El Boixar, tocando el cielo

Este municipio tuvo hasta mediados del siglo XIX una mayor extensión y población, ya que tanto Coratxà como Fredes eran pedanías. Según la información del INE, ambas poblaciones se segregan de la antigua capital comarcal entre el 1842 y el 1857, es decir, en el periodo comprendido entre la realización de los dos primeros censos de población oficiales en España. En contraste, desde 1978 el pueblo fue absorbido por la Pobla de Benifassà para centralizar la gestión de la administración municipal.

El Boixar tiene una ubicación espectacular, ya que se asienta sobre una colina de interfluvio, superando los 1000m de altitud, en concreto a 1089m. Su peculiar ubicación lo convierte en un enclave de extremada fragilidad visual, ya que tiene una situación dominante y, por tanto, susceptible de sufrir agresiones graves con facilidad. Cualquier nueva construcción provocaría alteraciones irreversibles en el perfil urbano y en las bellas panorámicas actuales, gestadas durante más de setecientos años.

El mismo nombre de la población supone una riqueza paisajística, cultural e histórica añadida, ya que recuerda la abundancia del boj (Buxus sempervirens) en los alrededores, un arbusto típico en la alta montaña mediterránea que era trabajado en la localidad para obtener herramientas o utensilios de labranza, útiles domésticos (las imprescindibles cucharas de palo) y, incluso, muebles.

El pueblo está catalogado de alta montaña y, por tanto, está orientado hacia el sur (vertiente de solana) para beneficiarse de la insolación en invierno y combatir los rigores del frío. Las viviendas están ordenados siguiendo la topografía y forman un anfiteatro -dispuestos en paralelo y esglaonats-, en lo que es una magnífica demostración de inteligencia y sabiduría por parte de los fundadores de la ciudad a la hora de realizar el diseño urbano, que en sí mismo es de un valor arquitectónico innegable.

La iglesia parroquial es BRL (Bienes de Relevancia Local) y está bajo la advocación de la Asunción. Las obras de construcción comenzaron en 1725 aprovechando elementos de un templo más antiguo -la pared norte es el original- bajo la dirección del maestro Josef Dolz, aunque el diseño de la planta obedecía a Martín Dolz. El emplazamiento del templo es espectacular y, de hecho, el paisaje de los alrededores nos muestra una de las virtudes de la Tinença: su proximidad al mar. << La iglesia ocupa la parte más culminante de la población, y desde Donde nos encontrábamos veiamos el Mediterráneo y la villa de Vinaroz como si estuviera en Nuestros pies >> (De Jaime, 2009: 80), apuntan los botánicos que visitaron la población al 1857.

Las eras, situadas en las afueras de la población y al lado del lavadero, también constituyen un elemento patrimonial de enorme valía porque son la muestra palpable del pasado agrario de esta comarca, una pasado que está en vías de extinción según las estadísticas agrarias .

Entre las singularidades paisajísticas del Boixar resalta el relieve complejo de sus alrededores (anticlinales, sinclinales, pliegues con elevado zambullida, sinclinales tumbados y superficies de erosión). Toda una lección para los expertos en geomorfología y los amantes del paisaje.

Por otra parte, el Boixar tiene uno de los tres BIC (Bienes de Interés Cultural) de la comarca, en concreto el castillo.

Fuente: La Tinença de Benifassà, Un paisaje Sagrado (Javier Soriano, Víctor Reverté y Joaquín Tomás) ISBN: 978-84-941093-0-0

www.elsnostresllibres.cat

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